Muchas son las cosas que se pueden decir del misionero salesiano P. Luis Bolla.
Ya se han impreso sus memorias, una vida, y 14 tomos de sus apuntes diarios, y queda aún mucho material para imprimir: cartas escritas y correspondencia recibida y otros apuntes personales sobre su camino espiritual.
Todos estos escritos, fruto de una experiencia vivida en la evangelización “Ad Gentes”, constituyen un tesoro precioso que no puede simplemente dejarse en los anaqueles de una biblioteca.
Con esta pequeña obra, lo que se quiere resaltar es su gran personalidad. El padre Luis Bolla, hombre pequeño, pero de una estatura humana y espiritual colosal en cuanto a principios claros, y una capacidad increíble para impulsar iniciativas que nadie hubiera imaginado.
Además, otro aspecto importante que se debe relevar, es su profunda espiritualidad. Solo con la vida puesta en las manos de Dios pudo realizar la misión de humanización y evangelización durante 60 años en la selva amazónica, viviendo casi siempre sin la presencia de hermanos salesianos que lo acompañaran. Lo que lo sostenía era la confianza en Dios y en María Auxiliadora, Madre de Jesús y Madre nuestra.
El camino que emprendió fue por inspiración de Dios. Su única preocupación era la de realizar el proyecto que Dios tenía para su vida. En el silencio de su corazón sabía escuchar su voz y lanzarse con ardor al anuncio de la Palabra a etnias que no conocían a Jesús.
Iluminado por la Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” de Pablo VI y por los documentos del Concilio Vaticano II, inició una evangelización inculturada, usando una metodología particular para respetar las culturas Shuar y Achuar.
El trabajo de transculturalidad que realizó es una hermosa herencia y ejemplo para otros misioneros que han sido llamados a trabajar con etnias semejantes.
El papa Francisco en su visita al Perú (18-21.01.18), el 19 de enero de 2018, quiso encontrarse con representantes de muchas etnias de la selva amazónica y expresó su beneplácito por el trabajo realizado en la inculturación y fundación de iglesias locales. Fue grande su emoción al escuchar de un diácono permanente Achuar la lectura en dos idiomas del n° 9 de la Encíclica Laudato Si’.
El padre Luis Bolla – Yánkuam´ lo llamaban los Achuar – después de muchos años de presencia entre los Achuar, estudiando su lengua, mitos, ritos y costumbres, pudo cumplir el sueño que había cultivado con la oración, condimentada con grandes sacrificios y contrariedades: formar una Iglesia particular con rostro indígena, unida estrechamente a la Iglesia católica, ya que homologaba los principios de la Iglesia católica con los elementos religiosos de la cultura Achuar.
Solamente una persona de fe inquebrantable y de confianza en el proyecto que Dios tenía en su vida pudo realizar el trabajo monumental que hoy poseemos. En su vida hay también signos documentados que manifiestan algo especial, y yo diría que son humanamente inexplicables. ¿No serán hecho que revelan que durante su vida caminó siempre de la mano de Dios, y que vivía en total sintonía con Él?